La primera vez que lo experimentas es casi, chocante, pasear por una ciudad donde las bicis están aparcadas en la calle sin anclajes, ni antirrobo como si solo hiciera un momento que están allí... Hileras de bicis de todos los colores y modelos sencillamente apoyadas en la pared esperando que, tras la jornada laboral, alguien las lleve de nuevo a casa... En ciudades como Estocolmo o Copenhagen las bicis no solo no desaparecen de sus aparcamientos sino que se multiplican y ganan en número a los coches a pesar de no tener un clima tan benigno como el nuestro. Y es que no es cuestión de climatología, sino de educación...
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